jueves, 26 de agosto de 2010

Agosto

Algo falla en la vida de una persona cuando el mes de agosto se hace demasiado largo. Nada importante que hacer. La dispersión geográfica de los seres queridos nos mantiene en un continuo vagar de aquí para allá en busca de un sofá confortable, un plato lleno o una copa bien servida. Poco tiempo para escribir y, a la vez, poco que contar.

El aire acondicionado se ha convertido en compañero inseparable donde quiera que vamos. El climatizador del coche no sube de 22 grados desde hace semanas. El aparato del salón sigue un año más con su ronroneo, aunque ya apenas lo escuchamos por la costumbre.

Las constantes excursiones a la playa han terminado por hartar a Milú. Igual que se valoran más las cosas cuando ya no están, aquello que durante años se desea intensamente pierde importancia cuando se hace cotidiano.

En días como hoy – en que la luna se intenta parecer al sol y también quiere dar calor – siento más ganas que nunca de conocer el hemisferio sur, donde dicen que hace frío en estos meses.