miércoles, 23 de febrero de 2011

Tintín entrevista a Tintín

Las entrevistas nunca fueron lo mío, pero la ocasión merece una y el protagonista probablemente no se volverá a ver en otra. Este 23 de febrero – fecha hasta ahora recordada por sucesos menos agradables – el blog cumple un año y no se me ocurre mejor ocasión, o mejor excusa, para entrevistarme a mí mismo.

¿Cómo surgió el blog?
Nació como un pequeño reto. Estaba atravesando un bache: demasiado tiempo sin trabajar y pocas perspectivas de futuro. Creo que necesitaba demostrarme que todavía era capaz de escribir, de contar cosas. En definitiva, que aún servía para el oficio. Un día bajé a la peluquería junto a casa y cuando salí me quedé pensando en que lo que allí pasaba en una mañana cualquiera tenía cierto interés. Ya que llevaba tiempo sin contacto con políticos, artistas y demás personajes públicos, las escenas cotidianas parecían un buen comienzo.

¿Por qué Tintín?
Pudo ser cualquier otro, pero cada uno tenía sus pegas. Estaba Indiana Jones, pero es un mujeriego con éxito, y eso no encajaba mucho conmigo; entre Asterix y Obelix no lo tenía muy claro, pero beberse una poción cada vez que hay problemas me parecía una apología del alcoholismo demasiado evidente; Han Solo es un sinvergüenza charlatán, y yo tengo fama de ser de pocas palabras; y Skywalker un flipado que habla con sus amigos muertos. Al final, Tintín era el que mejor cuadraba en el perfil del escritor: periodista, viajero y de personalidad bastante simple, siempre intentando ayudar a los buenos y hacer lo correcto.

¿De verdad crees que a la gente le interesa lo que escribes?
Supongo que muchas veces no. Aun así, en este año he tenido casi 1.100 visitas a 58 textos. No me importa que no sean demasiados, pero quiero pensar que algún día leyeron algo que les gustó. Al menos se ha intentado. Por los comentarios que me dejan, creo que los diarios de viaje han sido lo más atractivo, pero el presupuesto no me llega para escribirlos más a menudo. En cuanto a los demás, no sé si interesan mucho o no, pero siempre se agradece cualquier comentario al respecto.

¿En qué piensas cuando escribes?
Normalmente la idea de cada texto me surge de pronto – en casa, trabajando, de paseo – y poco a poco lo voy desarrollando mentalmente. Así que mientras escribo mi única preocupación es recordar todo lo que he pensado antes. Cuando más vueltas le doy al tema es una vez terminado. En ese momento, a veces se me ocurre que he sido demasiado políticamente incorrecto, que alguien en particular no debería saber que yo he dicho eso o, simplemente, que el texto es una mierda. Por eso, muchos acaban escondidos en una carpeta de mi disco duro. Puede que algún día salgan a la luz. Así hicieron los Beatles tres Anthologies, ¿no?

¿Cómo afronta Tintin su segundo año en el ciberespacio?
La trayectoria del blog refleja bastante la de mi vida y la verdad es que no sé hacía dónde irá mi vida de aquí a un mes. Así de inquietante – o de interesante – es mi existencia. Pero por ganas no será. Ya se me irán ocurriendo cosas.

lunes, 14 de febrero de 2011

Un lunes de invierno

Veo la lluvia a través del marco verde de mi ventana. El gris del cielo se va haciendo más oscuro conforme avanzan las manillas del reloj. No hay mucha más luz dentro de casa, sólo la que da el flexo encendido sobre mi escritorio. Una canción de Dylan suena por los altavoces del ordenador. Pura casualidad, o al menos eso se le supone a la función de reproducción aleatoria. Sin embargo, me parece la banda sonora ideal para el momento.

El pelado de primera hora de la tarde me ha despejado las ideas, revueltas después de una mañana de lunes muy larga. Y del barullo de la peluquería – en la que tres o cuatro paisanos se reían de un brasileño que no ha hecho más que hablar de sexo desde que se ha bajado de su bicicleta pintada con la bandera jamaicana – he pasado al silencio de casa, sólo roto por la música guardada en mi disco duro. Es curiosa la multiculturalidad y las escenas que trae a Triana.

Un vaso de leche se calienta mientras da vueltas en el microondas. En unos minutos será un chocolate a la taza y unas galletas lo acompañarán esófago abajo. Cuanto bien han hecho los preparados instantáneos.

Cada época del año tiene sus encantos y este mes toca disfrutar, entre otras cosas, de la tranquilidad del hogar. Las tardes cada vez son más largas, pero nunca lo suficiente como para hacer todo lo que uno quisiera. Pronto será de noche, lo que no me importaría si no hubiera que pensar en la mañana siguiente y en el resto de la semana. El trabajo espera. Por suerte. Por ahora.

Tintín en el cine: También la lluvia

El bombardeo mediático en torno a los Goya ha sido la excusa perfecta para recordar que hace demasiado tiempo que no voy al cine y aún más que no veo una española. Aunque al final no se ha llevado el premio a mejor película, creo que no ha sido una mala elección.

Lo primero que se me ocurre es que la peli representa bastante bien lo que vienen ofreciendo las producciones nacionales desde que hay algo más que las españoladas de Paco Martínez Soria o las neo-españoladas de Almodovar. Mezcla un poco de todo. Está Luis Tosar, que se ha convertido en el duro del cine español después de su exitoso paso por la trena; el mejicano Gael García Bernal, que hace de chico sensato y sensible; y el chorra por excelencia, Karra Elejalde, que da su toque personal al personaje de Colón y pone un poco de alegría y buen humor en una historia que, de otra forma, hubiera sido una auténtica tragedia.

También es interesante la combinación de escenas de los personajes protagonistas con las de la película que ruedan en Bolivia. Entre ambas reflejan el paralelismo entre la forma en que los españoles pisotearon a los indígenas a su llegada al nuevo mundo y como los siguen tratando las autoridades en su país, que en la película aparecen como blancos enchaquetados y con muy mala leche. Nada que ver con Evo Morales, su sonrisa y su jersey de lana.

Por lo demás, recursos demasiado manidos que quizá no hicieran falta esta vez: una niña para dar un poco de pena, escenas de acción para compensar y largos diálogo que aportan poco al argumento pero indispensables para que el director de turno presuma de sus profundos pensamientos.

Como valoración resumen, no me pediré el DVD por reyes, pero no me importará verla cuando la pasen en la primera. Me quedo, además, con una lección aprendida: es preferible entrar en la sala sin muchas esperanzas y dejar que te sorprendan a llegar ilusionado y que te decepcionen.

miércoles, 2 de febrero de 2011

El día que los poderosos se jiñaron

Desde lejos, sigo con atención lo que sucede estos días en los países árabes. La historia se construye por ciclos, pero es llamativo como en unos pocos días tantos pueblos han tocado a rebato y se han levantado contra los regímenes que los controlaban desde hace décadas. Los métodos no son nuevos: llevar la movilización a las calles, colapsar el país y forzar un cambio. Lo significativo son los resultados.

Qué Mubarak se abrace a su sillón y no lo suelte ni con agua caliente o que Ben Alí se haya dado el piro a las primeras de cambio no sorprende demasiado. Son las dos opciones más repetidas en estos casos. Lo que más me ha impresionado de la situación son las medidas que algunos mandatarios han tomado para evitar las movilizaciones antes incluso de que se produzcan. De acuerdo que siguen siendo decisiones populistas y totalitarias, pero tienen su significado. Un claro signo de que los poderosos conocen la debilidad de su posición y de que el pueblo tiene más fuerza de la que parecía.

Es significativo que el camino a la democracia – el poder del pueblo – pueda empezar precisamente con una demostración de poder del pueblo. Paradójicamente, una vez que el régimen democrático se estabiliza, el ejercicio del poder queda limitado a las citas con las urnas y a protestas esporádicas reguladas por las leyes que desarrollan el derecho de manifestación. Mientras, la clase gobernante actúa sin miedo, legitimando sus actos en las atribuciones de una constitución y un puñado de papeletas.

Salvando las distancias, recuerdo un caso en un régimen democrático cuyo presidente del gobierno decidió entrar en una guerra en tierras lejanas a pesar de que medio país se lanzara a la calle para pedir lo contrario. Toda una lección de democracia, que quizá no venga mal recordar en estos días: dar a un gobierno el poder de la mayoría absoluta priva a la ciudadanía de cualquier capacidad de influencia en sus decisiones, que sin embargo se toman en nombre de todos.

Volviendo a la actualidad, ha sido importante la reacción de la comunidad internacional, que sin posicionarse claramente, ha dejado ver que está del lado de los revolucionarios. Quizá porque los líderes mundiales les dan la razón a los ciudadanos o simplemente porque ven próximo el cambio y no quieren dejar de lado a los vencedores. Es curioso que ciudadanos que viven a miles de kilómetros de sus fronteras les den más miedo que los de su propio país. En cualquier caso, todo un gesto.

Y en medio de todo este cacao, va Bisbal y la lía. Yo también espero, David, volver a ver más gente por las pirámides. Incluso me gustaría regresar yo mismo algún día. Me falta por entrar en una. ¡Faraón Mikerinos, tenemos una cita pendiente!