martes, 30 de marzo de 2010

Adiós a la nieve

Ya está aquí la TDT. ¿Que se ve mejor? Pues sí, pero poco más. “¡Tantas cadenas y nunca hay nada interesante!”, me dice siempre mi madre. ¿Y la interactividad? Anda que no hace tiempo que yo interactúo jugando al Pasapalabra, al 50 por 15, al Cifras y Letras… Y como yo tanta gente, que habla sola delante de la tele.

Con la era digital quedan condenadas al olvido experiencias tan antiguas como la historia de la propia televisión. Esos partidos en que la mala señal iba ondulando cada vez más la imagen, tiñendo de azul las caras de los futbolistas y haciendo invisible el balón entre una capa de nieve – de colores o en blanco y negro, según estuviera de mal la cosa.

Muchos no se resignaban y la emprendían a golpes con el televisor. Primero suaves toquecitos laterales con la palma de la mano, después puñetazos en la parte superior que hacían temblar todo el mueble. No puedo evitar recordar a alguno pegándole de lo lindo a aquellos viejos armatostes o pidiendo a cualquiera que pasaba por delante “dale, a ver si así…”.

Ahora, si la tele no se ve bien salen cuadraditos. ¡Joder con la tecnología! Y si no se ve nada, un cartelito anuncia “No hay señal”. ¡Gracias, no me había dado cuenta! Además, con las pantallas planas no se sabe muy bien dónde darles el porrazo y está claro que van al suelo al primer zarandeo.

Pero igual que las pesetas, las cintas de casete y el verano que ganamos la Eurocopa, en unos años todo esto del apagón digital no será más que otra historia para no dormir que contar a las generaciones futuras.

jueves, 25 de marzo de 2010

Tintin en el cine: En tierra hostil


Los seis Óscar conseguidos por esta cinta fueron el principal reclamo para elegir ésta como la mejor opción en una cartelera poco atractiva. Pero nada tienen que ver esta media docena de estatuillas con las que recibieron en años pasados algunos de mis títulos preferidos, como la segunda parte de El Padrino o Forrest Gump. Claro que no se puede ir siempre al cine esperando encontrar un clásico para la historia.

Me ha sorprendido la capacidad para mantener en tensión al espectador desde la primera escena, que contrasta sin embargo con un final bastante tranquilo. Cualquier silueta asomando por una ventana, cualquier malentendido con los iraquíes parece estar a punto de alterar la tensión contenida que se vive en cada vez que el equipo de artificieros sale de la base.

Por lo demás, la película no aporta gran cosa. Soldados deprimidos que no saben muy bien qué hacen en el frente, machos cuya principal misión es demostrar los huevos que tienen y pequeños nativos a los que se coge cariño.

Sin querer quitarle a nadie las ganas de ir a verla – como intentaron hacer conmigo, sin éxito – me limitaré a decir que el hecho de que ésta sea la mejor película dice muy poco del nivel de las producciones del pasado año. En cuanto al resto de categorías, el ojo educado podrá apreciar el trabajo en la dirección de la Bigelow, el gran guión, la excelente edición y el fabulosamente mezclado y editado sonido. Yo, analfabeto confeso, no he sabido hacerlo. A pesar de todo, no me importará verla de nuevo cuando la estrenen en la tele.

lunes, 22 de marzo de 2010

Lo dicen las cartas, lo dice Zapatero

Zapeando por los canales de televisión analógica – todavía quedan a pesar del inminente apagón – me he topado con una de esas futurólogas tragaperras. La curiosidad y el aburrimiento me han hecho gastar unos minutos de mi vida en el consultorio.

“Quería saber cómo va a ir mi economía”, apunta una voz masculina a través del teléfono después del saludo correspondiente, decir que se llama fulanito y que llama desde quién sabe dónde. “¿Tienes un negocio?”, le pregunta la adivina mientras baraja sus cartas. El hombre responde que sí, así que la bruja no tiene que inventar una salida inesperada para justificar su pregunta.

La cámara enfoca un tapete grana mientras una mano deposita sobre él una docena de naipes. Espadas, oros, cartas bajas, figuras… Nada que tenga sentido para el ojo inexperto. Sin embargo, la profesional del sector se aventura a interpretar su significado. “El negocio está un poco parado, ¿verdad?”.

Algún avispado podría pensar que la bruja ha escuchado en el telediario algo sobre la situación económica del país. Pero, para demostrar su dominio de la disciplina, sigue haciendo preguntas mientras sus manos mueven cartas aquí y allá. Finalmente, tras plantear dos o tres cuestiones sin interés aparente, concluye que el negocio va a tener problemas este año, pero que en 2011 todo comenzará a ir mejor.

Una consulta como esta de tres minutos a través de una línea 906 con un precio de alrededor de 1,5 euros le habrá salido por unos 5 euros. Y total, ¿para qué? Lo que le ha dicho la adivina se lo puede escuchar gratis a Zapatero y sus ministros todos los días por televisión.

jueves, 11 de marzo de 2010

Nunca el pollo supo tan bien

Cada día nuevas experiencias me demuestran la insignificancia de la especie humana. Convencidos de manejar el mundo desde sus laboratorios y sus despachos, cientos de amenazas que escapan a su control aguardan al más inteligente de los primates antes de que la inevitable muerte ponga fin a su banal existencia.

Un grupo de organismos microscópicos se adentra en un cuerpo de metro ochenta de alto, algo más de setenta kilos de peso y relativamente sano. Y el gran prodigio de la naturaleza, creado a imagen y semejanza del altísimo, capaz de construir el Golden Gate o las pirámides de Giza, capaz de diseñar la bomba atómica para devastar regiones enteras; se retuerce de dolor e impotencia ante el retrete más cercano sin poder hacer nada más que esperar a que pase el temporal y cesen las precipitaciones.

Pero incluso de la adversidad hay que sacar alguna enseñanza. Pasar un día sin poder comer es suficiente para recordar que la nutrición, más allá de ser una función vital básica, es uno de los grandes placeres de la vida. Masticar lentamente, degustar cada jugo que se desprende del alimento y, finalmente, engullir con suavidad.

He vuelto a entrar en la cocina después de casi cuarenta y ocho horas. Por la ventana me llega el sonido inconfundible de un tenedor batiendo un huevo. ¿Una tortilla? Mmm... Bueno, mi pollo tampoco huele tan mal. Os dejo, antes de que se enfríe.

viernes, 5 de marzo de 2010

Un seguidor de García Márquez

Donde la ciudad deja de ser suburbio y toma la apariencia de capital de provincia, esta desgarradora advertencia atrapa por un segundo el cerebro del viandante. El hemisferio derecho recrea la imagen de un grupo de jóvenes que, en medio de la noche, con sus vaqueros agujereados a media asta, dejan junto al muro lo que ya nunca más necesitarán. El hemisferio izquierdo, mientras tanto, trata de curar la herida de esa prohibición sin h y sin b.

Proivido cagarse aquí


Varias preguntas asaltan al observador mientras contempla tal violación de la lengua de Cervantes. ¿Se trata de un brote sureño de arte contemporáneo? ¿Es uno de esos autores que proponen jubilar la ortografía, eliminar la h y homogeneizar b y v? ¿Pretende agredir el sentido de la vista de aquellos que agreden su olfato? ¿Por qué no ha escrito “cagarse” con k?

No hay respuestas. La confusa mente del paseante tendrá que olvidar lo sucedido y seguir caminando como si nada. A su alrededor, conductores y peatones parecen no percatarse de nada. Sólo alguno se pregunta por qué hay un loco haciéndole fotos a la pared.