viernes, 5 de marzo de 2010

Un seguidor de García Márquez

Donde la ciudad deja de ser suburbio y toma la apariencia de capital de provincia, esta desgarradora advertencia atrapa por un segundo el cerebro del viandante. El hemisferio derecho recrea la imagen de un grupo de jóvenes que, en medio de la noche, con sus vaqueros agujereados a media asta, dejan junto al muro lo que ya nunca más necesitarán. El hemisferio izquierdo, mientras tanto, trata de curar la herida de esa prohibición sin h y sin b.

Proivido cagarse aquí


Varias preguntas asaltan al observador mientras contempla tal violación de la lengua de Cervantes. ¿Se trata de un brote sureño de arte contemporáneo? ¿Es uno de esos autores que proponen jubilar la ortografía, eliminar la h y homogeneizar b y v? ¿Pretende agredir el sentido de la vista de aquellos que agreden su olfato? ¿Por qué no ha escrito “cagarse” con k?

No hay respuestas. La confusa mente del paseante tendrá que olvidar lo sucedido y seguir caminando como si nada. A su alrededor, conductores y peatones parecen no percatarse de nada. Sólo alguno se pregunta por qué hay un loco haciéndole fotos a la pared.

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