Dos ejemplos del variopinto
patrimonio histórico-artístico español han experimentado en los últimos meses
un extraño repunte en su índice de popularidad. Uno tiene varios cientos de años y es uno de
esos tesoros catalogados como tal por algún experto, a pesar de lo cual llevaba
años cogiendo polvo en alguna estancia eclesiástica. El otro es del siglo
pasado y no tiene mucho más valor que el cariño que le puedan tener los vecinos
de su pueblo.
Como no soy ni de lejos un
experto en arte, no me atrevo a hacer más valoraciones sobre si ambas obras
merecen tanto bombo mediático. Pero no creo que nadie pueda discutirme que ninguna de las dos había
estado nunca en boca de tanta gente. Y no precisamente por su calidad
artística, sino por la aparición en todas las televisiones de dos historias
protagonizadas por un par de personajes, propios ambos de la España más
castiza: un electricista que roba y vende obras de arte y una viejecita que,
con toda su buena fe, se aventura a restaurar en solitario un cuadro de la iglesia
del pueblo.
Esta mañana, un informativo
recogía los testimonios de tres o cuatro asistentes a la exposición pública del
códice calixtino. Sólo uno parecía haber leído algo sobre él anteriormente. Los
demás confesaban que simplemente les llamaba la atención verlo después de tanto
revuelo en los medios. Mientras, en el pueblo zaragozano escenario de la
curiosa restauración también están alucinados, a la vez que alegres, porque nunca
habían visto a tanto turista.
Por una parte, las dos
noticias han servido para dar a conocer al gran público estas dos obras: por
fin, la televisión como gran aliado de la cultura. Por otra, me parece patético
planificar un viaje o acercarse a una exposición para ver un objeto
exclusivamente porque ha salido en la tele. Los defensores de la necesidad de
reformar la educación –válida para niños y mayores– y dar cabida a los nuevos
soportes tecnológicos y audiovisuales preferirán el primer argumento. Yo sigo
presumiendo de buscar siempre el lado positivo a las cosas. Pero, como aquí no
lo veo tan claro, voy a asegurar mi quiniela con una múltiple y pongo un X-2 en
este partido del optimismo contra la estupidez.