martes, 18 de diciembre de 2012

Miro adelante, miro atrás

Por si acaso los mayas han fallado y el mundo no se acaba el viernes, me he puesto a pensar en mi felicitación para el año nuevo. Esta vez no tengo las fotos espectaculares de años anteriores, así que me tendré que trabajar más la parte escrita. Hasta he salido a la calle a intentar hacer una buena foto, por intentarlo que no quede. Pero las luces navideñas de bajo consumo y las calles más vacías que de costumbre en esta época no me han inspirado demasiado.
Facebook lleva desde principios de diciembre ofreciéndome el resumen de mi año. Y yo llevo varios días aguantándome para no responderle: “mi año ya lo resumo yo: ha sido una p… m…”. Hasta que, de pronto, me han saturado con el anuncio de Campofrío para estas navidades. Y ese optimismo con el que venden el jamón cocido me ha hecho recordar que, claro que sí, también ha habido cosas buenas.

Los baches te enseñan más que los buenos tiempos. Sobre todo, te hacen valorar más cada momento, cada persona que aparece en el camino y que merece la pena. Los momentos no los cuento, porque son míos. A las personas no hace falta que las nombre: ellos saben quiénes son, ellas también. Lo que sí merece ser dicho bien alto es que les doy las gracias por su afecto, por esa copa, por esa canción, por esa charla y por todo aquello con lo que me hicieron feliz.

Mientras veía a Fofito y sus amigos engordar el currículum de la nación a base de embutidos y recuerdos del pasado, yo he empezado a pensar en el futuro, en mis propósitos para 2013, Tengo tanto por hacer que no es difícil plantearlos. Después, eso no es nada nuevo, unos se cumplirán y otros no. Pero la intención está clara: lograr todo lo que no he conseguido este año. ¡Se dice pronto!

No hay comentarios:

Publicar un comentario