martes, 11 de diciembre de 2012

Queridos Reyes Magos

Llevo un par de días viendo las fotos de los belenes y los arbolitos de amigos y conocidos. Ya está aquí la Navidad. Yo este año no he puesto ni un adorno. Se me ocurren mil cosas que me gustaría más ver en mi casa que un par de bolas de colores o unas guirnaldas: un buen amigo, una buena amiga, de los que hace años que no veo o los que vi la semana pasada, sentados en mi sofá compartiendo una copita y un rato de charla. ¡Venid a verme!

Hay quienes aman la Navidad, otros a los que no les gusta en absoluto, los que se ponen tristes o algunos que te felicitan el solsticio de invierno por no nombrar la palabra. Y, en algún lugar entre ese marasmo de opiniones, estoy yo. Me encanta pasar un día con toda la familia reunida, me fastidia no poder pasear tranquilo porque las calles están abarrotadas, me gusta poner la radio y escuchar de fondo a los niños de San Ildefonso mientras hago cualquier otra cosa, me toca las narices esa solidaridad tan espontánea como artificial que desaparece el 7 de enero…   Pero si hay algo que cada año me cuesta más afrontar es mi carta a los Reyes. En serio, la están esperando. Y este año, por problemas de agenda, la quieren antes.

Desde que las películas se descargan de Internet con facilidad y casi cualquier canción se puede escuchar directamente en youtube; ya que tengo más guitarras que manos y mientras que no me mude a una casa con un tamaño suficiente para que quepa un piano, hay pocas cosas que se puedan comprar en una tienda y que yo quiera. “Hola, me llamo Luis, tengo 29 años y tengo todo lo que quiero”. No, no es eso. Al contrario, todavía hay muchas cosas en la vida que deseo. Hace unos años, una marca de tarjetas de crédito se anunciaba como el medio para conseguir todo lo que el dinero puede pagar. Llevo dos de sus tarjetas en la cartera y ya hice un montón de compras con ellas, pero ahora quiero esas cosas que no tienen precio.

Y eso está fuera del alcance de mis reyes magos. Ellos ya han hecho bastante y yo nunca conseguiré encontrar el regalo que se lo compense. Ahora les toca a otras personas utilizar su magia y poner su granito de arena en mi camino. Y a mí luchar para conseguir que lo hagan.

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