No es que me pase la vida subido en un avión, pero de
tanto viajar es posible que un día de estos cumpla el vuelo número 100. Comento
esto para dar su justo valor a la siguiente afirmación: nunca había visto nada
igual como el vuelo de Podgorica. Vale que las líneas de bajo coste han
degradado bastante el transporte aéreo y el halo de prestigio que otrora los
rodeaba, pero este avión me recuerda demasiado al autobús de Cádiz.
Viajo en las últimas filas del avión. Como siempre,
procuro embarcar de los primeros, así que la espera mientras los demás suben al
avión me coge ya sentado y con mi maleta colocada en el portaequipajes. El
problema es que, a la vez que el resto de viajeros, la fría brisa londinense se
cuela por la puerta trasera del avión y me tiene prácticamente congelado en mi
asiento.
Mi asiento que en realidad no es mi asiento. Porque
cuando he subido, a pesar de ser de los primeros, alguien había cogido ya mi
sitio. “¿No te importa cambiarte? Tenemos toda la fila“. Toda la fila menos mi
asiento. Aunque la verdad es que salgo ganando, porque me he quedado con un
sitio de ventanilla.
Pero yo no soy el único al que han cambiado el sitio. En
los minutos siguientes veo a dos o tres viajeros que hablan con las azafatas y
les comentan el mismo problema. Eso por no hablar de otros a los que
simplemente no les ha gustado su compañero de al lado y quieren mudarse a los
asientos vacíos de las últimas filas del avión. Sin embargo, cosas de Ryanair y
del equilibrio del aparato, la tripulación solo permite cambiarse a los que ya
viajan en la parte de atrás del avión, pero no a los que lo hacen en la zona de
las alas.
Todo un revuelo a las ocho y media de la mañana que más
recuerda a un autobús de colegio o al Comes de Sevilla a Cádiz, donde las
viejas te pegan con el bolso porque quieren tu asiento y los chaveas te piden
que le cambies el sitio para poder ir junto a su churri. Claro, es lo que tiene
pagar menos de 30 euros por hacer un viaje de 3.000 kilómetros. Pero, de entre
la decena de vuelos que he hecho con Ryanair, este se lleva la palma.
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