viernes, 5 de noviembre de 2010

Encías

“¿Te has cepillado ya la boca? Es que voy en el AVE leyendo la revista Paisajes y dice que lavarse los dientes es bueno para el corazón”. La potente voz de una señora que habla por teléfono dos filas más atrás me despierta de un profundo sueño. Cotilleo o deformación profesional, el caso es que me interesa el tema y pego la oreja. "Resulta que las bacterias que se acumulan en las encías van directamente al corazón”.

A veces se habla con ligereza de la responsabilidad social de los periodistas. La expresión se ha convertido ya en una frase hecha y se olvida su significado. Pero es importante recordar que mucha gente se cree las cosas porque lo ha dicho la tele o lo ha leído en el periódico.

Para llegar a este punto, el científico de turno, que quiere difundir su hallazgo, ha hecho una breve simplificación de sus estudios para enviarlos a la prensa; el redactor correspondiente ha vuelto a reinterpretar las ideas para hacerlas entendibles a sus lectores; y la señora que viaja en mi vagón se ha quedado con lo que le ha dado la gana.

Decir que no limpiarse los dientes es malo para el corazón es como afirmar que el sexo puede provocar amnesia: verdades a medias que necesitan más de una frase para explicar su auténtico sentido. Debe haber condicionantes, excepciones o contextos que matizan seriamente la información. Si no, la voz de alarma se expande por la sociedad y las expendedoras de farmacias y baños públicos cambiarán sus gomitas de sabores por tubos de dentífrico.

Pero la conversación sigue. “Y no comas tanto chocolate. Coge mejor algo de fruta”. No puedo resistir la curiosidad y me doy la vuelta discretamente. Como cabía imaginar, ella está gorda como la que más. Debajo de un ceñido jersey verde, se esconde una figura plena de líneas curvas que debe rondar los 120 kilos y el metro y medio de perímetro. Sólo se me ocurre que es una pena que no conociera la revista paisajes unos años antes.

La señora es dueña de una tienda en Cuenca. Tiene una historia complicada: problemas familiares, altibajos en el negocio... Pero todas sus vacas gordas – dicho sin segundas intenciones – y vacas flacas las achaca a la divina providencia. A todo esto, yo – hombre de poca fe – me pregunto: ¿las bacterias asesinas son también cosa de la providencia? Y, si es así, ¿se puede luchar contra la providencia lavándose los dientes? Me siguen desconcertando estas cosas sobrenaturales.

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