lunes, 9 de mayo de 2011

Lunes de resaca

Por un momento parece que el resto del mundo no importa cuando el redactor de Economía destapa su arte flamenco y empieza a cantar sevillanas marcando el compás con su caña. Se vuelven a revivir emociones como la euforia por conseguir burlar a un portero, una sensación que creí que no se volvería a repetir casi una década después de superar la mayoría de edad. Y quedan, como no, escenas surrealistas para el recuerdo, como la de esa asiática que se acercó a Milú pidiéndole que posara para hacerle una foto a su traje. Yo digo que era una turista japonesa, de esas que hacen fotos a todo, pero si el año que viene las tiendas de chinos están inundadas del mismo modelo tendré que admitir que fallé en mi diagnóstico.

Pero cuando la Feria da para mucho, la resaca también dura más de la cuenta. Por suerte, el sueño es el principal y casi único síntoma de los excesos del fin de semana. Hace tiempo que dejé de ser un juerguista incansable, pero las vueltas de la vida me han hecho volver a mi etapa de apogeo fiestero, allá por los tiernos dieciocho años.

De todo lo vivido, me quedo con los reencuentros. Con los acordados por teléfono y con esos tropiezos casuales con viejos compañeros de fatigas a los que hace siglos que no ves. Porque la mezcla entre el tiempo pasado y la fiesta vuelven a convertir a dos personas en los mejores amigos. Y lo mejor de todo es que, contra lo que se pudiera pensar, en la mayor parte de los casos es un proceso bastante sincero y nada hipócrita.

Es verdad que nos quedó mucha más gente por ver, aunque tal como se han ido sucediendo las cosas nos podemos dar por satisfechos. El martes pasado, a eso de las dos de la tarde, andábamos Milú y yo planeando nuestra primera aproximación ferial. Y, al final, terminamos pasando la noche en Granda.

Pero todo se acaba y hay que volver a la realidad. Creo que la expresión “martes de resaca” todavía no está muy generalizada, así que me voy a dormir.

1 comentario:

  1. De aquellos retales, estas telas. La resaca más dulce termina siendo la de los reencuentros no planeados. Espero que la Feria diera para mil y una anécdotas. Yo también tengo añoranza de los años pasados y próximos. Un abrazo.

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