jueves, 8 de septiembre de 2011

Pasta

Un vistazo superficial a las declaraciones de patrimonio de nuestros diputados permite diferenciar dos grupos principales: las grandes fortunas y las grandes deudas. Ante esto, caben dos conclusiones simples: los primeros han tenido facilidad para acumular dinero y propiedades, mientras que los segundos tienen la tranquilidad de poder gastar sumas enormes a sabiendas de que, con el tiempo, van a ganarlas.

Del primer grupo me quedo con nuestra ministra de Economía, que tiene en sus cuentas más de medio millón de euros, habiendo cobrado el año pasado del Ministerio algo más de 50.000 euros netos. Sabiendo esto, no se me ocurre nadie mejor a quien confiarle la economía nacional. Entre los empeñados, me llaman la atención Durán i Lleida y sus tres hipotecas por valor de un millón de euros. A ver si le va a venir una mala racha y se va a quedar en la calle, aunque el tipo no tiene un pelo de tonto.

Vistos en conjunto, los datos confirman que parados, mileuristas y demás malpagados estamos gobernados por millonarios. Y no es que me moleste que otros ganen más que yo. Lo que me gustaría saber es cómo se llega a pertenecer a ese grupo. Tengo grandes ideas para arreglar el país, incluso para gobernar el mundo, y no es suficiente con contárselas a los amigos mientras compartimos una copa.

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