Mucha gente comparte este 23
de abril fragmentos de sus obras favoritas para celebrar el Día del Libro. Hay
acciones movidas, sucesiones de palabras que me atrapan; comienzos de historias,
que me dejan con ganas de leer más; descripciones de escenarios, que me llevan
lejos de mi salón; o reflexiones de todo tipo, que me detienen por un instante
para decidir si estoy de acuerdo con ellas o no. Me ha gustado la experiencia. Sin embargo, nunca he sido un
gran lector.
Pueden pasar meses desde que
comienzo a leer una novela hasta que la termino o hasta que empiezo el
siguiente libro. También se han dado casos –aunque son los menos– de acabarme
una obra en una sola tarde. Ahora mismo, por ejemplo, tengo dos libros a medias.
Pero, al mismo tiempo, en cuatro o cinco noches he finiquitado un tercero. Yo
lo atribuyo todo a la impaciencia o a un leve trastorno de déficit de atención.
Nada grave.
Lo mío es más escribir. Pero
¿qué sería de los que aman la lectura sin los que amamos la escritura? Hay
quien no entiende cómo, sin ser un ávido devora libros, me apasiona escribir.
Yo no comprendo muchas cosas y no por ello dejan de suceder. Así que no
intentéis buscar una explicación a lo que no la necesita.
El caso es que, desde hace
años, lleno libretas, hojas sueltas, carpetas de mi disco duro o cualquier soporte
asimilable a un folio en blanco que se me ponga a mano con lo que se me pasa
por la cabeza en ese momento. Hay de todo: anécdotas del día, reflexiones sobre
lo que pasa en mi entorno más o menos cercano, planes de futuro, utopías, teorías
e hipótesis fantásticas… Un muestrario de lo que ronda mi mente habitualmente.
No de todo, porque hay cosas que no comparto ni siquiera con un papel, pero si
de buena parte.
Mi gran problema es que nunca
alcanzo una continuidad temática que vaya más allá de una docena de textos
sobre un mismo viaje o cosas así. Debe tener algo que ver con mi dificultad
para leer una novela a buen ritmo, como las personas normales. Pero la
aspiración de escribir un libro completo sigue ahí.
Eso sí, si algún día lo consigo, seguro que saldrá a la luz un 23 de abril. Y no porque sea el Día del Libro, sino porque es el cumpleaños de la persona que más tiempo lleva esperándolo: mi madre. Aunque sin mucha fuerza, lleva mucho tiempo detrás de mí para que lo haga. Ese año por fin tendré fácil encontrar su regalo.
Eso sí, si algún día lo consigo, seguro que saldrá a la luz un 23 de abril. Y no porque sea el Día del Libro, sino porque es el cumpleaños de la persona que más tiempo lleva esperándolo: mi madre. Aunque sin mucha fuerza, lleva mucho tiempo detrás de mí para que lo haga. Ese año por fin tendré fácil encontrar su regalo.