miércoles, 21 de agosto de 2013

Tintin en Copenhague (II) - De colores


A pesar de su cielo gris casi permanente, o tal vez precisamente para compensar eso, Copenhague es una ciudad muy colorida. Una de las imágenes más características es la zona de Nyhavn, una hilera de casas de vivos colores que bordean uno de los muchos canales que recorren la ciudad. Sin embargo, esperaba que el resto de calles estuvieran flanqueadas por edificios de piedra o ladrillos, de tonos apagados, en los que la única nota de color sería el verde de cúpulas y tejados de bronce. Nada más lejos de la realidad.


Tras varios días paseando por Copenhague, he desarrollado la siguiente teoría: debe existir una ordenanza municipal que impone a cada comunidad de vecinos pintar su fachada de un color distinto al de los inmuebles colindantes. La falta de tiempo, mi total desconocimiento del idioma danés y otros factores que ahora no vienen al caso me han impedido comprobar tal punto. En cualquier caso, he querido refutar mi teoría con material gráfico que prueba que, al menos, existe una regla no escrita al respecto.




Y entre tanto edificio de colores, también llama la atención la diversidad de tonos en la piel de los daneses que pasean entre ellos. De un país nórdico, uno espera pieles blanquecinas, ojos claros y pelos rubios. Sin embargo, tonos más oscuros revelan la presencia de una población inmigrante, llegada de zonas más cálidas, que han decidido acostumbrarse al frío en busca de prosperidad.

Es bastante discutible si lo han conseguido o no. Abundan los restaurantes turcos, tailandeses y los nacionales de esas tierras cuyo empleo es cargar un gran cartel con los precios y los menús de estos establecimientos. Pero también es llamativa la industria sumergida del reciclaje. Sentado en el banco de un parque, he tropezado muchas veces con algunos que pasan rebuscando latas y vidrios por las papeleras, seguramente para revenderlos y conseguir unas coronas. Si pagaran las latas tan caras como las venden cuando están llenas de cerveza quizá sería un buen modo de vida, pero lo dudo mucho.

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