sábado, 31 de julio de 2010

Banderas y banderillas

Los catalanes han decidido prohibir las corridas de toros pero, por venir de donde viene, parece que la iniciativa es más bien una maniobra nacionalista que un intento por proteger a los animales. No importa que sea así o no. Simplemente lo parece. Canarias prohibió las corridas hace casi veinte años y a nadie parece importarle ya.

Los argumentos a favor y en contra de la fiesta son tan débiles que es difícil inclinarse por una postura sin recurrir a los sentimientos y las costumbres de cada uno.

Los abolicionistas claman por los derechos de los animales, pero son tantas las veces que se podría invocar al respeto a los animales y tan pocas las que se hace que el argumento es fácilmente rebatible. No hace falta recurrir al ejemplo de los mataderos productores de carne. No hay más que mirar a tantos perros que viven atrapados en pisos, sin un jardín donde correr. O esos otros de razas acostumbradas a la nieve que pasean con la lengua fuera por nuestras calurosas calles. La lista de violaciones de la vida animal sería muy larga para seguir.

Del otro lado, los taurinos usan los argumentos de la tradición y de la dignidad de la lucha entre el hombre y la bestia. En algunos lugares es tradición – o era, hasta que lo prohibieron – tirar una cabra desde el campanario. En otros se dan latigazos y se crucifican para recordar a Jesucristo. No por hacer las cosas durante mucho tiempo dejan de ser estupideces. En cuanto a la dignidad, la muerte no es digna. Más bien es una putada. Puede que para algunos sea mejor morir corneado por un toro o tiroteado defendiendo a tu país en vez de haciéndotelo todo encima en una cama. El final es el mismo.

Los ganaderos dicen que crían a los toros para morir en el ruedo. Me recuerda a las campañas navideñas para que se compren los árboles en un vivero en vez de arrancarlos del bosque. Pero, efectivamente, el hombre lleva siglos dedicado a criar animales para aprovecharse de ellos. Animales y plantas, pero nadie se acuerda del mundo vegetal. Son seres vivos de segunda.

Los políticos también han tomado partido, aunque no se sabe muy bien si por propio convencimiento o por tener contentos a sus votantes. Me ha llamado la atención especialmente la postura de Rajoy, que defiende la libertad de cada uno de elegir si va a los toros o no. Podría haber dicho lo mismo cuando se debatía la ley del aborto: cada uno es libre de ir al médico o no para perder su bebé. Pero por alguna razón, no lo dijo.

Así las cosas, parece complicado que este debate vaya a cambiar las posiciones de nadie. Quizá porque no está claro si la discusión va de animales, de banderas o de dinero. Yo seguiré yendo a los toros, como he hecho hasta ahora. Seguiré pagando para que maten animales, si queréis verlo así. Pagando por ver un espectáculo y echar un rato agradable, visto desde otro prisma.

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