viernes, 1 de octubre de 2010

Tintin 360º

El escenario recuerda a una nave espacial. Sobre todo la columna central, que se eleva por encima de la visera del estadio y parece un cohete a punto de despegar. No es casualidad que la banda salga a escena mientras suena el Space Odity de Bowie y cuando se despiden se comience a escuchar por los altavoces el Rocket Man de Elton John. Para completar este viaje sideral, durante el concierto aparece también un astronauta de la Estación Espacial Internacional. Todo muy grandioso.

El inconveniente de la gigantesca estructura es que uno no sabe bien hacia dónde mirar. Bono camina sin cesar por el anillo exterior. Adam y The Edge también pasean por el escenario y las pasarelas. Mientras, Larry y su batería dan vueltas en el centro de la estructura. De vez en cuando, cuentas y sólo ves a tres en el escenario, porque el cuarto está tras los amplificadores saludando a la grada del fondo norte.

Para eso está una gran pantalla que cuelga sobre sus cabezas y que es otro espectáculo por si sola. Lo mismo muestra imágenes de los músicos que de pronto aparece Desmond Tutu con su graciosa vocecilla pidiendo ayuda en la lucha contra el SIDA en África. En otros momentos, la pantalla se estira y forma un enorme cono luminoso que llena de color todo el escenario. Toda una caja de sorpresas.

Habréis notado que llevo tres párrafos y aún no he hablado de la música. Pero es que esta gira 360º es puro espectáculo. Se aleja del concepto habitual de concierto – que se presenta como una actuación en directo acompañada como mucho por algunos efectos de luz – para colocarse en un nivel cercano, valga la comparación, al de un musical, en el que el aspecto musical se mezcla con una estudiada escenografía.

Bono demuestra una vez más que es un gran showman, capaz de meterse en el bolsillo a 80.000 personas como si nada. Conseguir que canten al unísono sus grandes éxitos a modo de himnos es lo de menos. Para el recuerdo quedan escenas como la improvisada vía láctea que, con el resto del campo a oscuras, formaron las pantallas de decenas de miles de teléfonos móviles.

Y en medio de todo esto – siempre me he preguntado si con el apoyo o simplemente la indiferencia del resto del grupo – aprovecha para lanzar sus proclamas. No entraré en si es adecuado o no que lo haga. La verdad es que no fue especialmente pesado. El problema es que cada vez recurre a temas más rebuscados y, por tanto, con menos acogida entre la sociedad.

Además de la mención a la lucha contra el SIDA, hace una mención a la nobel de la Paz birmana Suu Kyi, a la que seguramente pocos conocíamos entre el público. Esta mañana me he enterado leyendo la prensa de que la iluminación verde durante Sunday Bloody Sunday era un homenaje a la revolución verde iraní. Yo juraría que anoche no lo dijo. O quizá estaba pensando en otra cosa.

De vuelta a casa, la estampa sevillana de la noche. Un coche de caballos aprovecha el casi nulo tráfico en dirección contraria para adelantar toda la fila de coches que lentamente salía de la Cartuja. De la nave espacial al coche de caballos. ¡Qué estilo!

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