jueves, 30 de diciembre de 2010

Apaga y vámonos

Que un canal dedicado a la información cierre para dejar sitio a veinticuatro horas de basura televisiva es algo más que una mala noticia. Es una muestra de hacia dónde se dirige esta sociedad, que quiso llamarse de la información y que con decisiones como ésta escupe directamente en su carné de identidad. Es una puerta que se cierra para los que todavía se interesan por lo que pasa a su alrededor. Es una bofetada a la profesión periodística.

No es ninguna novedad que los canales de noticias no cuajan en España. He conocido de cerca dos cadenas de radio todo-noticias y he visto cómo han ido eliminando espacios informativos para ofrecer productos que atrajeran más audiencia. Programas deportivos, magazines que hagan los contenidos más amenos... Cualquier cosa vale para pescar a un paisano más: media hora hablando del Granada 74 o de qué han hecho los oyentes en las últimas vacaciones. Pura actualidad. La política es muy aburrida. Lo grave es que esos eran medios públicos, que se supone cumplen un servicio público.

Hace unos días se retiraba el periodista de la CNN Larry King, que llevaba más de un cuarto de siglo entrevistando a las principales caras de la actualidad con unos niveles de audiencia bastante modestos. Sirva como muestra que su despedida – una cita con la relevancia suficiente para contar con la participación de dos presidentes – tuvo una audiencia de casi dos millones y medio de espectadores, pocos en un país de más de 300 millones de habitantes.

De vuelta a España, parece que ha dejado de ser importante tener una herramienta de manipulación ideológica. Una ración de noticias al día, mezclada con la ración de comida, es suficiente.

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