lunes, 3 de enero de 2011

Tintín en Tailandia (I): "Mi taxi es rosa porque nací en martes"

BANGKOK – 12.12.2010
Venimos por la autopista del aeropuerto y me llama la atención el colorido de los taxis locales. Me cautivan especialmente unos de color rosa chillón, no sé si porque son los más numerosos o por lo llamativo de su color. Después de haber leído mucho sobre las perrerías que pueden llegar a hacer los taxistas del lugar, le pregunto a la guía que nos acompaña hasta el hotel si esos rosas son alguna empresa oficial o, cuanto menos, fiable.

“No te puedes fiar de los colores en los taxis”, me responde. Entonces nos explica que los lugareños son muy supersticiosos y que, por ejemplo, los dueños de los taxis los pintan de un color u otro dependiendo del día de la semana en que nacieron. El rosa corresponde al martes. “¿Ves ese otro taxi, verde y amarillo? Es una empresa de dos socios: una nació un lunes y otro un miércoles”.

Ya que hablamos de tráfico, merece un párrafo la aventura que supone para el caminante cruzar una calle. En mi primera visita a El Cairo me advirtieron que los coches no se pararían para dejar pasar a los peatones por un semáforo en rojo. “Alá es grande”, decían los nativos para justificar este tipo de barbaridades. Pues bien, Buda no se queda atrás: en Bangkok apenas hay semáforos para los peatones, simplemente pasos de cebra en los que, por supuesto, nadie se para por las buenas. Hay que saltar a la carretera cuando la distancia con el siguiente coche no es muy peligrosa y hacerle una señal con la mano para que vaya frenando.

Aparte de eso, nuestro primer día en Bangkok nos deja otras estampas curiosas: una mujer cortándose las uñas de los pies mientras atiende su puesto en el mercado de Mo Chin o la amplia oferta de los puestos callejeros, que cuentan con las ya clásicas falsificaciones de Rolex o con los diseños de ropa más modernos. Todo ello bajo intensos olores, no siempre agradables, pero que añaden un punto de exotismo al lugar.

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