Me fastidia sobremanera que,
mientras a los bancos se les suelta la pasta sin problemas, mis semejantes y yo
vayamos a tener que pagar más por cualquier cosa. Y me molesta porque creo que
cualquier banco tiene más culpa que yo de que el país vaya mal. A veces pienso
que la economía, como la bomba atómica, es el colmo de la raza humana: hemos
sido tan tontos de inventar algo con capacidad de jodernos a todos. Pero
después recapacito un rato y pienso que no, que hay algunos, pocos y
desconocidos, que se están poniendo las botas a costa de los demás.
Sin embargo, por lo pronto hay
que aceptar que estamos metidos hasta el cuello en este sistema. Entiendo que
el hundimiento de un banco perjudicaría también a las personas que tienen allí
su dinero y que, por tanto, hay que evitarlo. Pero lo que no tengo tan claro es
que subir el IVA, recortar los sueldos o la ayuda a los parados y la ristra de
recortes que llevamos encima sean las mejores soluciones.
Hay país más allá de los
bancos y hay otros españoles que necesitan recapitalización. Qué bonita
palabra, por cierto. Gente demasiado mayor para encontrar un trabajo, pero
demasiado joven para jubilarse. Una generación de jóvenes hartos de estudiar,
de empalmar carreras, másteres y becas de todo tipo para al final no tener un
lugar donde meterse. Tanta gente deseosa de colaborar con el sistema, de endeudarse
hasta las cejas, de comprarse casas, coches y de pedir préstamos e hipotecas
para pagarlo todo.
En cuanto a las mentiras de
los políticos, la verdad es que ya no me sorprenden. Mientras la gente se
indigna cada vez que el gobierno se carga uno de los puntos del programa de su
partido, yo confío en que esto sirva para que esos que se enfadan den ejemplo y
mientan menos en sus vidas. Qué gran sociedad tendríamos.
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