sábado, 28 de julio de 2012

Británicos


Si los franceses inventaron la palabra “chovinista” –tantas veces adecuada para su propio comportamiento– los británicos han optado por crear un espectáculo, disfrazado de ceremonia de inauguración, para presumir de todas sus aportaciones al mundo. Desde la revolución industrial hasta Internet (que siempre identifiqué con Estados Unidos), pasando por decenas de hitos de la historia, la cultura o la ficción.

Pero parece que a la gente le ha gustado. Muchos hemos sentido que parte de nuestra vida pasaba por ese escenario. Mucho más que si hubieran cantado Los Manolos o que si hubieran hecho un repertorio del folklore nacional, con su flamenco, su jota, su muñeira y su sardana. Será que  todos llevamos un pequeño británico dentro.

Y después está el escaparate al resto del mundo que suponen estos actos. No solo se aprenden países cuya existencia uno se plantea pocas veces en la vida. También es una oportunidad para ver que el uniforme español no es el peor de todos. Ahí están las túnicas de algunos países africanos, las camisas de colorines de Méjico o los cuellos dorados de los anfitriones.

Dicho todo esto, Danny Boyle, Sebastian Coe y su Comité Organizador o quien quiera que se haga responsable del espectáculo tienen el dudoso, pero digno de mención, mérito de haberme tenido cuatro horas pegado a la tele por primera vez en mucho tiempo. Es cierto que también ayuda la novedosa costumbre de compaginar la retransmisión con el Twitter, para compartir y comparar opiniones. Lo único que me extraña después de esta ceremonia es que el Twitter, que se sepa aún, no es británico.

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