martes, 17 de julio de 2012

Viaje en el tiempo en tren


El telediario ha dedicado hoy un pequeño recuerdo al Interrail con motivo de su cuarenta cumpleaños. Y yo, usuario en su día del pase en cuestión, creo que no puedo ser menos. En aquella época, todavía no tomaba notas durante mis viajes. Pero hoy, ocho años después, mi mente aún guarda suficiente material para improvisar algo.

El proyecto surgió mientras viajaba con mis padres de Praga a Budapest. Aquel tren lleno de mochileros me dio la idea. Luego, me costó un par de años decidirme y encontrar compañía para la aventura. Pero, finalmente, llegó el día de ponerse en marcha: mochila a la espalda con lo justo, ruta medianamente planificada y muchas ganas.

El recorrido nos dejó de todo: joyas conocidas (al menos para mí), como Florencia, Roma o Venecia; grandes decepciones, como Atenas; y sorpresas agradables, especialmente en nuestros tres días en Eslovenia. Sin embargo, como suele pasar, lo más interesante del viaje fueron los imprevistos que van surgiendo en el camino. Y tanto más cuando viajas en plan económico. Hubo días que mis compañeros me habrían matado. Sin embargo, sé que hoy lo recuerdan con cariño.

La primera impresión fue una habitación con ocho literas en un albergue de Florencia. Pero aquello fue sólo el principio. Después vinieron las noches durmiendo en la cubierta de un trasbordador entre Italia y Grecia (ida y vuelta); la madrugada que no nos abrían en el hostal y rompí la puerta de una patada; o el gato que no dejó de maullar toda la noche entre Nápoles y Venecia.

Capítulo aparte merece la gente que encontrábamos al paso: desde sudamericanos recorriendo Europa sin privarse de nada, dentro del nivel mochilero, claro; hasta españoles que iban a la mínima, para los que un paquete de patatas fritas era todo un lujo. Y después estaban los personajes locales, como la señora que compartió con nosotros su picnic de camino a Bari o el loco que se empeñó en regalarnos unas gafas de ver. 



Pero al final, lo malo (si es que realmente lo hubo) queda en un segundo plano, enterrado bajo una montaña de fotos y buenos recuerdos. Toda una experiencia que nos propusimos repetir y que todavía sigue pendiente. ¡Aún queda vida por delante!

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