lunes, 10 de septiembre de 2012

Me quedo igual



Cada vez que acaba una de estas retransmisiones políticas (entrevista, debate electoral…) me pregunto lo mismo: ¿por qué sigo viendo estas cosas? Supongo que aún confío en que algún día se animen y digan algo. Pero, al final, nunca lo hacen.

Leo en Twitter a un compañero melancólico que recuerda con añoranza a los políticos de antaño: Felipe, Guerra, Pujol… Se me ocurre pensar que lo que diferencia a esta época de aquella es peso que han ganado los asesores de comunicación. Aparentemente, la preocupación por la imagen ha quitado espacio a la preocupación por idear mejores políticas. Al mismo tiempo, echo en falta esta noche la labor de esos mismos expertos que le expliquen a Rajoy que no se debe decir tanto “vamos a ver”, “eeemmm” y otras tantas expresiones dubitativas.

Enfrente del político, nada menos que seis periodistas que, para mi gusto, no han sabido hacerle una pregunta incómoda: de esas que hacen difícil escaparse sin contestarlas, aunque el interlocutor esté preparado para evadir cualquier tema conflictivo; esas en las que la falta de respuesta evidencia, hasta para el más simplón de los espectadores, que el tipo no sabe qué decir; esas que fuerzan a reconocer errores. No me gusta ir en contra del gremio, pero en este espectáculo hay dos bandos y cada uno tiene que cargar con su culpa.

Porque, después de 45 minutos de aburrimiento, me quedo igual que estaba al principio. El señor presidente tiene claro su camino: recortar hasta la tumba. Parece que no se le pasa por la cabeza que para pagar sus deudas, el país tendrá que ganar dinero de alguna forma. Sabe que tiene a media ciudadanía en su contra, pero parece no importarle mucho. Lo ha dejado claro hablando de las elecciones gallegas: “los gallegos tienen dos opciones: una es el PP y la otra son 6 ó 7 partidos”. Una afirmación un tanto lamentable en un líder democrático.

Pero eso es lo que nos queda hasta las próximas elecciones, por lo menos. Habrá a quien le importe y habrá a quien no. Mientras yo veía la entrevista, un vecino ensayaba con sus palillos y las sevillanas puestas a todo trapo. Seguramente lo ha pasado mejor que yo. Pero alguien tiene que hacerles caso a estos señores y preocuparse por lo que están haciendo. Aunque sea para protestar con un poco de conocimiento.

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