domingo, 30 de septiembre de 2012

Radio madrugada

Desde pequeño me gustaba dormirme con la radio puesta. Una costumbre como otra cualquiera, si no fuera por la influencia que ha tenido en mi vida años más tarde. Desde hace unos días he vuelto a recuperar ese hábito, que poco a poco había ido perdiendo, aunque nunca había desaparecido totalmente.

Mis primeras noches de radio empezaban con la información de actualidad y las tertulias políticas y, si el sueño me respetaba, llegaban hasta los programas de deporte de medianoche. Ahora, la tele se ha adueñado de esa franja horaria de mi vida, pero a la vez ha retrasado mi momento de consumo de radio, que empieza a horas que antes solo alcanzaba en las noches de verano en las que el calor o mi rutina callejera retrasaban mi descanso. Creo que he salido ganando con el cambio.

Con la madrugada llega la radio más auténtica. Hasta la actualidad, relegada a los boletines horarios, me gusta más. Prácticamente desaparece la publicidad, dejando un hueco de cuatro o cinco horas para la participación de los oyentes más noctámbulos, para tratar con más detenimiento y amplitud algunos temas, secundarios para la mayoría pero interesantes para unos pocos.

Cabe todo, desde lo paranormal hasta un abuelete que entra en antena para contar lo bien que le funciona la prótesis que le han puesto entre las piernas (prometo que lo escuché la semana pasada, aunque también suene a paranormal), desde el cine a las entrevistas a personajes de medio pelo, pero con mucho que decir. Mientras escribo, una banda de música toca en mi calle para dar la bienvenida a las reliquias de San Juan Bosco –ahí queda eso–, lo que me recuerda que hasta las noches de Semana Santa tienen cierto encanto por la radio.

Independientemente del tema, en cinco minutos o en dos horas, al final uno se suele quedar dormido. Nunca he sido sonámbulo –creo–, pero últimamente he desarrollado la curiosa habilidad de apagar la radio sin darme cuenta una vez que me quedo frito. Cuando no lo consigo, despierto a la mañana siguiente con las primeras noticias del día. Esa sensación tampoco está mal, pero normalmente hay que levantarse, así que dura menos.

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