viernes, 12 de octubre de 2012

12 de octubre de 2012

Tengo ganas de que llueva. Sin embargo, hace un solazo que no se puede aguantar. De vez en cuando aparece una nube que parece venir a darme felicidad, pero tiene tan poca fuerza como yo mismo para lograr el objetivo deseado. Una vez más, la gente del tiempo me ha desilusionado.

Un año más ha llegado la fiesta nacional. Todo esto me parece tan antiguo. Yo no tengo nada que celebrar hoy, todo lo contrario. Y creo que hay muchos millones de mis compatriotas que tienen más motivos para preocuparse que para festejar nada. Pero por un día parece que nos quieren hacer olvidar eso. También ese es un objetivo difícil.

Mientras, los militares han vuelto a salir a la calle, lo cual sigue pareciéndome una forma curiosa de que un país celebre su día. A pesar de eso, a través de varios medios de comunicación han aprovechado la ocasión para recordar el, según ellos, ínfimo presupuesto que se destina a la defensa. Quizá es su forma de manifestarse, como ya hicieron otros sectores de la población hace unas semanas. Sin embargo, aumentar los fondos para los ejércitos españoles se me antoja un objetivo tan inalcanzable como inadecuado en estos momentos.

Completan la estampa del día los baturros llevando flores a su Pilarica para hacer un manto cada año más grande. Otra celebración ostentosa delante de una imagen inerte difícil de comprender para una mente simple como la mía. Donde la televisión enfocaba la montaña de flores, yo veía una montaña de euros allí tirados. ¿Cuántos habría? Como la Merkel vea este derroche se va a poner buena. En cualquier caso, estos han sido los únicos que han hecho lo que tenían planteado para hoy. Será cuestión de ponerse objetivos más asequibles: ni dominar el clima, ni cambiar las mentalidades y, por supuesto, nada de tocar el dinero. Simplemente, pídele al rebaño que le traiga flores a la patrona.

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