No es precisamente mi disco favorito de The
Beatles, pero es innegable que el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band reúne
una serie de características que lo hacen único. Combina elementos tan diversos
como un tema de música india, la única aportación de George Harrison, o una de
esas canciones estilo años 20 que tanto le gustaba componer a Paul McCartney. Hay
pop, rock, una muestra prematura de la incipiente psicodelia… Y, sin embargo,
todo encaja perfectamente y forma un álbum redondo, completo, intachable.
Quizá lo que hace excepcional al Pepper es que
muestra la cumbre de The Beatles como grupo. Lennon y McCartney reunidos
escribiendo With a little help from my Friends para que Ringo la cantase, los
dos genios encajando dos de sus composiciones para crear una sola canción (A
day in the life), los instrumentos sonando como no lo habían hecho hasta
entonces, tanto por la calidad del sonido como por la técnica de los cuatro
músicos y los arreglos complementarios. Una vez que dejaron las giras, tuvieron
tiempo para volcarse en las grabaciones y el resultado es inmejorable.
Después llegarían otros grandes álbumes: el disco
blanco, Abbey Road y Let it be. Si son mejores o peores depende del gusto de
cada cual. Pero nada fue igual: se fueron a la India, cada uno de ellos empezó
a conocerse mejor y a mirar en su interior, desarrollaron diferentes
inquietudes, crecieron. Aunque el sello Beatle era innegable, los discos que
sucedieron al Pepper son una colección de composiciones individuales de cada
uno de los miembros del grupo llevadas al estudio con la colaboración de sus
compañeros. Come Together es puro Lennon, Hey Jude auténtico McCartney o
Something genuino George Harrison, aunque hayan pasado a la historia como
éxitos de The Beatles.
Antes había aparecido Revolver, que ya dejaba ver
lo que estaba por llegar. Grandes composiciones, sonidos inverosímiles, pero un
conjunto carente de uniformidad. Revolver surgió de un periodo de exploración
que sirvió para espolear a la bestia y empezar a dar salida a todo lo que quedaba
por venir. El comienzo no pudo ser mejor.
Pero el Pepper fue distinto. Y su magia no dejó
indiferente a nadie. Dos días después de publicarse el disco, Jimmy Hendrix
versionaba en directo durante un concierto en Londres el tema que daba título
al álbum. Poco después, Joe Cocker cogía el segundo tema del álbum y hacía una
versión que compite en fama y calidad con la original. Ya en la década de los 70,
Elton John hizo lo mismo con el tercer tema del disco…
Incluso el envoltorio en que se presentó el disco
es parte de la historia. La portada es una de las más icónicas de la historia
de la música del siglo XX. Qué melómano no ha jugado al quién es quién
repasando las decenas de rostros reunidos en esa foto de familia que representa
la cultura de una época. Y la contraportada es la primera que recoge las letras
de todas las canciones reunidas en el álbum – dicen que por intercesión de un
profesor español que hizo ver a John Lennon la utilidad de sus composiciones a
la hora de enseñar inglés a sus alumnos – iniciando así una costumbre que nadie
hasta entonces había considerado.
Y hasta el nombre es bonito, imponente. Se le
llena a uno la boca al pronunciarlo. Lean conmigo: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts
Club Band.
Decenas de detalles que hacen de este disco un hito único e irrepetible. Méritos suficientes para que, después de 50 años, a ese pobre sargento le concedan un ascenso extraordinario. Porque el Pepper bien merece ser Capitán General.
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