sábado, 14 de septiembre de 2013

Tintin en Sajonia (III) - Conocido y por conocer

Hay lugares de los que uno se marcha sabiendo que va a volver. Otros, sin embargo, quedan archivados en la carpeta de “una vez en la vida”. Dresde estaba en ese último grupo, pero a menudo la vida me sorprende y me lleva por caminos inesperados y resulta que, a veces, ya he pasado por esos caminos.

Hace casi siete años que estuve aquí por primera vez, pero la repetición me ha producido sensaciones interesantes. He descubierto muchas cosas nuevas. Es verdad que la primera vez vine con gente del lugar, pero también que teníamos el tiempo muy limitado. De hecho, pasar varios días allí me ha permitido valorar el recorrido tan estudiado que me ofrecieron la primera vez.

También he comprobado con satisfacción que, en algún lugar de mi memoria, quedaban recuerdos útiles de la ciudad. La segunda tarde hemos decidido cruzar el Elba y adentrarnos en la parte más moderna. Uno de nuestros objetivos era una pequeña galería comercial con unos patios famosos por su extraña decoración. De camino hacia allí, de pronto he visto una pastelería en una esquina y he recordado que teníamos que tomar esa calle. Después de un rato andando en línea recta sin encontrar la galería he empezado a dudar. Unos cuantos metros más han terminado por darme la razón.

Otro de mis recuerdos ha sido simplemente una fotografía. Paseando por lo que llaman el Balcón de Europa, a la orilla del río, he visto una imagen que me ha resultado familiar. Creo que llegué a ponerla de fondo de escritorio en mi ordenador. Y no he podido más que hacer otra foto. Ahora es momento de comprobar si he acertado con el encuadre.


La foto de la izquierda es del 27 de diciembre de 2006, la de la derecha del 26 de agosto de 2013. La idea era la misma, aunque creo que la ejecución ha mejorado con los años.

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