sábado, 18 de agosto de 2018

Tintin en Nueva Orleans (I) - Luna nueva sobre Bourbon St.

Bourbon Street es uno de los grandes símbolos de Nueva Orleans. Arteria principal del Barrio Francés, se lleva a menudo la fama de toda la zona. Por eso, después de registrarme en el hotel y de haber pasado un largo día de aviones y aeropuertos, mis primeros pasos por la ciudad me llevan hacia allí. 

La noche ya ha caído a este lado del Misisipi, pero el aire es espeso y caliente. Al doblar la esquina desde Canal St. se presenta ante mí una calle recta flanqueada por dos largas hileras de carteles de neón. Apenas hay farolas y tampoco hacen falta, porque las luces de los abundantes locales iluminan de sobra Bourbon St. A medida que voy caminando, se mezclan en mis oídos las músicas que salen de prácticamente todos los bares. Muchas de ellas en directo pero, en contra de lo que se podría esperar, pocas se parecen al jazz.

La fama de la calle hace que sea el destino preferido de todos los visitantes que llegan a la ciudad en busca de fiesta. Y eso, como pasa en tantas otras ciudades, le ha quitado la autenticidad que quizá algún día tuvo. Todos los locales despachan grandes bebidas y las sirven en vasos de plástico para que se puedan sacar al exterior. Por eso, cada noche en Bourbon St. se mezclan los visitantes que miran boquiabiertos a su alrededor, los que ya llevan por allí un tiempo y van más pasados de la cuenta y los lugareños que intentan hacer negocio con todos ellos. Ni rastro de vampiros o de reinas del vudú.

Para quienes quieran regodearse en el halo de misterio de Nueva Orleans, los cementerios de la ciudad son una visita ideal en la que encontrar decenas de historias oscuras y curiosas. Los principales protagonistas son los inquilinos de las miles de tumbas, testigos de los tres siglos de historia de la ciudad. Pero también hay visitantes ilustres, como los actores Nicholas Cage o Dennis Hopper, que en algún momento se han interesado de una manera peculiar por sus leyendas.


La buena música tampoco se ha ido de la ciudad, solo se ha mudado a otro barrio. El núcleo cultural de Nueva Orleans es Frenchmen St. Pasear por la calle principal del barrio de Marigny a mediodía es como hacerlo por un pueblo fantasma: es difícil ver a nadie más caminando por allí y los coloridos edificios parecen cerrados desde hace mucho tiempo. Pero cuando cae la noche, la zona recupera la vida. Hay jazz, hay blues, hay rock, hay swing… y unos perritos calientes deliciosos para recuperar fuerzas. 

Cuando llega la hora de volver a casa, decido caminar de vuelta al hotel atravesando las calles desiertas del barrio francés. Alejado de las luces de neón, en la distancia se escucha de cuando en cuando una guitarra o una trompeta que suena desde cualquier esquina. Las escasas farolas que iluminan mi camino proyectan largas sombras sobre las bocacalles y los edificios. Y entre todas ellas, en una noche sin luna, no es difícil imaginar que alguna criatura de ropas oscuras y colmillos afilados acecha en cualquier recodo.




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