jueves, 17 de enero de 2013

Tintín en Roma (I) - Como en casa

Llegar a Italia es siempre como llegar a casa. Dentro de su diversidad cultural, distribuida de una forma gradual entre el norte y el sur, es fácil encontrar las similitudes con España. Pero, en mi primera tarde de paseo por aquí, he ido un poco más allá en el paralelismo y Roma me ha recordado un poco a Sevilla: la gran densidad de iglesias por metro cuadrado, la cantidad de zapaterías abiertas a hasta altas horas o mi barrio durante esta semana –el Trastévere– separado por el río del resto de la ciudad, igual que mi barrio de diario. Todo como en casa.

Para colmo, mientras atravesaba el puente Sisto de vuelta al apartamento, he escuchado a una chica con acento sudamericano diciendo “pero en Sevilla el Guadalquivir no corre con esta fuerza, está parado”. Así que parece que no soy el único que ha visto la relación.

El idioma también ayuda. Aunque hay palabras que engañan. Por ejemplo, nuestra casera ha llamado al apartamento “palazzo”. Si alguien piensa que me voy a alojar en un palacio, le diré que la cocina de mi casa es grande al lado de esta. Aún así, no deja de ser un lugar acogedor, en una de esas pintorescas calles llenas de plantas trepadoras y ropa tendida tan propias de este barrio.

Anécdotas aparte, es un gusto pasear por aquí. Hace ocho años de mi última visita pero, aún así, en este primer paseo he encontrado muchos lugares que me siguen resultando familiares. Eso me recuerda que, del mismo modo que resulta agradable toparse con elementos que te recuerdan a casa, otros son de lo más desafortunado. Ese ha sido el caso de la Piazza Navona, que recordaba como un escenario tan, majestuoso, monumental, y que he encontrado plagado de tenderetes y puestos de tiro al plato, al más puro estilo de una feria de pueblo, que impiden ver con una buena perspectiva sus tres hermosas fuentes. Qué forma de matar el encanto de un lugar tan bonito.

Es el riesgo de viajar en estas fechas. A cambio, también hay alumbrados navideños con más gusto que le dan a ciertos rincones un toque especial, que sólo veremos los privilegiados cientos de miles de turistas que pasemos por Roma estos días. 

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