miércoles, 23 de enero de 2013

Tintin en Roma (V) - Postales de Roma

La maraña de estrechas calles que discurre entre las grandes avenidas del centro de Roma son uno de los encantos de la ciudad. Sin embargo, a diferencia de otras grandes urbes, las autoridades locales no han optado por hacerlas peatonales. Al contrario, es asombrosa la cantidad de coches que a diario circulan y, sobre todo, que aparcan en ellos.

Esta característica ofrece al paseante la posibilidad de conocer la amplia gama de vehículos pequeños disponibles en el mercado. Están las motos, ya sean tipo scooter o de mayor cilindrada; los pequeños coches que sólo requieren el permiso de conducir de ciclomotores; los modelos mono o biplaza de marcas de turismos como Renault o BMW. Pero lo que abunda sobre todos ellos son los Smart. Nunca había visto tantos juntos. Además del evidente problema de maniobrar y aparcar por esas calles, se me ocurre que por allí circula mucho dinero. No son modelos baratos.


Las vacaciones navideñas llenan las calles de niños y los comerciantes ambulantes sacan todo tipo de artefactos para seducir a los más pequeños, que a su vez presionan a sus mayores para conseguirlos. Por eso, además de la iluminación navideña, muchos rincones de la ciudad están decorados por globos en forma de personajes de dibujos animados. A veces dan lugar a fotos distintas, como esta de la Fontana di Trevi, en la que un pequeño poni se mezcla con Neptuno, los caballos y los tritones. El pobre animal no estorba mucho más que las miles de personas que se agolpan en la plaza para contemplar la fuente.  


Lo que a todo niño pequeño le fascina de esos globos, más que la figura pintada en ellos, es su tendencia a subir, su voluntad de escapar. Solo un pequeño hilo los mantiene bajo control. Hasta que en un descuido, la mano no agarra el hilo como es debido y el globo se va. Y es entonces cuando un turista entra en una iglesia cualquiera, mira hacia arriba para contemplar los frescos de su bóveda y se encuentra que una de las figuras está tapada por un Barbapapá de un color azul intenso.


Italia también es conocida por la moda y por sus diseñadores mundialmente famosos. Otros, de lugares menos glamurosos, adoptan nombres artísticos que suenen a italiano para beneficiarse del prestigio del país en este campo. Sin embargo, ese negocio está en Milán. La moda en Roma va por otro camino. Lo comprobé la otra tarde paseando por el centro de Roma, cuando casualmente tropecé con una calle llena de boutiques dedicadas a la moda y los complementos para todo tipo de religiosos: desde las prendas más mundanas para una monja o un cura raso hasta ostentosas túnicas que podrían vestir a cualquier arzobispo.


Entre los complementos, me quedo especialmente con dos modelos de maletín con todos los artilugios necesarios para un sacerdote. No tengo ni idea de cómo se llaman ni para qué sirven la mitad de esas cosas.


Siempre me pregunté dónde se compraban estas ropas, pero nunca imaginé que fuera en sitios así. También me he quedado con la duda de si hace falta mostrar alguna documentación que acredite la condición de sacerdote o cualquiera, con el dinero suficiente, puede comprar estas cosas. Lo siento, no entré a preguntar.

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