jueves, 24 de enero de 2013

El patrón y los que mandan

Llevo toda la mañana leyendo a compañeros para quienes los periodistas no tenemos nada que celebrar en este día que el santoral nos asigna. “Celebrar” no es desde luego la palabra más apropiada tal como está la cosa, pero si es una buena ocasión para hacer valer nuestro trabajo o reflexionar sobre él. Por eso, aunque no soy muy aficionado a los eventos pomposos y de homenaje, me he acercado a la entrega de los premios de la Asociación de la Prensa de Sevilla por ver qué ambiente se respiraba por allí.

La pompa ya hace tiempo que desapareció. El acto de hoy no ha tenido mucho que ver con la última edición a la que acudí, hace tres años. Los periodistas ya no manejamos tanto dinero. A pesar de eso, seguimos atrayendo a la gente importante. No debe haber muchos colectivos que consigan sentar juntos al presidente de la Junta de Andalucía y al alcalde de Sevilla, a su vez jefe de la oposición autonómica.  Habrá que aprovecharlo.

Los discursos, como no, flojos. Se salva el del representante del gremio, reivindicativo aunque suave, seguramente por actuar como anfitrión. Los de los representantes políticos, típicos, tópicos y pelotilleros. En todos ellos, una idea común: renovarse o morir. Un argumento para reconocer la labor de los galardonados y, a la vez, animar al resto de profesionales. Pero un argumento tramposo.

Es evidente que uno no debe estancarse, acomodarse y esperar que todo salga bien porque sí, ni ahora ni nunca. Pero tampoco está bien que alguien entre en tu casa, se dedique a destrozarlo todo y, cuando todo está patas arriba., te recuerde que debes cambiar para seguir adelante.  El poder político, al igual que el económico, se ha beneficiado durante años de un modelo de periodismo que se hacía eco de cada uno de sus movimientos sin poner muchas pegas.

El que más y el que menos, todos han hecho lo que han querido con los medios públicos y lo que han podido, que no ha sido poco, en los privados. Y ahora que los medios tradicionales se caen a pedacitos resulta que hay que renovarse. Ahora toca emprender, que también es un argumento de doble filo: emprender es poner en marcha ideas novedosas, satisfacer una necesidad desatendida de la sociedad o incluso repetir un modelo con el que otro ha tenido éxito; pero no puede ser un toque a rebato para que cada parado se busque la vida y monte cualquier cosa. Los periodistas que se apañen como puedan pero, eso sí, siguen siendo imprescindibles en una sociedad democrática.

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