lunes, 21 de enero de 2013

Tintín en Roma (IV) - A comer

La hora de comer es siempre un momento interesante en todos los viajes. Una excusa para descansar, una forma más de acercarse a la cultura local… Pero en Italia, además, suele ser un placer. Lo que en casa es una solución rápida cuando no hay ganas de cocinar algo más elaborado – una pizza, un plato de pasta – aquí es un manjar.

Lo de las lentejas ya mereció capítulo aparte, pero hay mucho más de lo que hablar. Con el abrigo abotonado hasta arriba, mientras el sol se pone, en pleno 31 de diciembre me he tomado el helado más delicioso que recuerdo: sorbete de pera. El sabor, la textura: ha sido como comerse una pera a cucharadas.

La otra noche tuve la oportunidad de salir con varios italianos. Con todos los restaurantes llenos, curiosamente fui yo quien propuso el sitio donde finalmente cenamos. Lo conocía porque había estado allí la noche que llegamos. Los lugareños no conocían el sitio pero, eso sí, fueron de gran ayuda a la hora de elegir lo mejor de la carta.

Especialmente me quedo con unas aceitunas rebozadas y rellenas de carne. Siempre es una gran idea rebozar las cosas, pero nunca se me había ocurrido hacerlo con las olivas. Pero el resultado es gratamente sorprendente.

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