jueves, 17 de mayo de 2012

Luz nocturna


Doce y pico de la noche, 25 grados – ha bajado 7 desde la última vez que miré el indicador del ordenador –, música variada. La noche me ayuda a ver las cosas más claras. Pero la claridad de mi mente no siempre parece capaz de convivir con la claridad del sol. Así que mañana, cuando despierte, seguramente se habrá ido.

“Que no nos recorten la esperanza”, me ha dicho alguien hoy a propósito de los últimos “ajustes” presupuestarios anunciados en Andalucía. Extraña forma de dar ánimos, pero los tiempos que corren lo cambian todo, incluso estas cosas. La esperanza, como mi claridad mental, también viene y va.

Y la gente continúa yendo y viniendo. Cada vez con la cabeza más agachada, sin saber muy bien por qué algo que no comprenden en absoluto está influyendo tanto en sus vidas. Pero siguen pasando cosas, ajenas a la economía, a pesar de ella.

Porque, aunque a veces es fácil creer lo contrario, el dinero sigue sin serlo todo en este mundo. Y cuando él y todo lo que conlleva desaparece un momento de la cabeza, deja paso a grandes ideas, a proyectos que no necesitan financiación sino ganas. Ganas y un poco de lucidez, de esa que a mí sólo me dura un rato por la noche.

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