Lo primero que uno puede
comprobar nada más aterrizar en Liverpool es que aquí saben aprovechar sus
atractivos turísticos o que los españoles no tenemos ni idea en ese tema. Quizá
un poco de todo.
En el aeropuerto de Málaga
apenas he visto un cartel luminoso, en la antigua terminal principal, que
recuerda a Pablo Picasso. Aquí, además de presentar el nombre completo del
recinto – Liverpool John Lennon Airport – en cada cartel, han colocado
fragmentos de canciones por las paredes de la terminal y un gran submarino
amarillo en el exterior de la terminal. “Turista, ¿has venido buscando a los
Beatles? Aquí los tienes”.
En el primer paseo por la
ciudad también se aprecia que tienen muy presente a quién deben gran parte de
su fama. Además del repertorio básico de souvenirs, grafitis, láminas y todo
tipo de creativos productos recuerdan a los fab four en cada rincón.
Sólo una pega: aunque sigue
siendo un lugar muy animado, con bastante ambiente y gran cantidad de músicos
callejeros, todos tocaban canciones americanas. Gran decepción.
Hasta que, de pronto, paseando
por Albert Dock, el viento ha traído a mis oídos unos acordes conocidos. Una
voz desgarrada, la peor sin duda de todos los músicos con los que me he cruzado
hoy, entonaba el estribillo de Don’t let me down. Después ha llegado Help! Sin
embargo, parece que aquellos acordes conocidos para mí no lo eran tanto para
él. Eso por no hablar de la letra. Pero bueno, para eso vengo yo cargado de
ilusiones y de imaginación, para poner todo lo que falte.
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