viernes, 11 de mayo de 2012

Tintin en Liverpool (IV): Day Tripper - Chester


Capital del condado de Cheshire, tierra del gato de Cheshire – creado por Lewis Carroll, que también vivió por aquellas tierras –, Chester se ofrece como uno de esos pueblos que preservan la esencia o, al menos, la imagen de otros tiempos. A poco menos de una hora en tren de Liverpool, parecía el destino perfecto para una excursión de dominguero, aunque ya sea lunes.


El camino desde la estación al centro urbano muestra una localidad sobria. De vez en cuando, algún edificio llama la atención entre las hileras de casas de ladrillo rojo. En un principio no pinta mal, pero la cosa va empeorando por momentos. En el centro urbano ocurre algo parecido a lo que ya comenté de Liverpool. El problema es que, al tratarse de calles y edificios más pequeños, el impacto es mayor.

La globalización ha llenado la calle principal de McDonald’s, Marks & Spencer y demás grandes cadenas. Todas ellas, por supuesto, con sus carteles. Por una parte, comprendo que es ingenuo pretender que un pueblo mantenga sus calles libres de comercios por conservar su pintoresca estampa. Por otra, hay que admitir que, una vez franqueada la muralla, parece que han cuidado más el tamaño y el color de la cartelería. En cualquier caso, esto no parece haber frenado a los visitantes. Manadas de turistas pasean por las dos o tres calles más importantes del centro histórico.

La cosa cambia un poco al recorrer la muralla que rodea la ciudad. Es modesta, por no decir endeble – cuesta creer que pudiera retener algún ataque – pero permite recorrer partes menos transitadas de la localidad. Un grupo de estudiantes ensaya en un anfiteatro romano vestidos de gladiadores, los niños juegan en el patio de un jardín de infancia y los ancianos del lugar pasean aprovechando el sol de media mañana, poco común al menos en los últimos días.

Pero el lugar no da para mucho más. En tres horas estoy de vuelta en la estación y, poco después, de regreso a la orilla del Mersey, donde las nubes aparecen de nuevo y tapan parcialmente el sol, creando una luz curiosa sobre el río. Decenas de viajeros y algunos vehículos hacen cola para subir al trasbordador hacia la Isla de Man. Los veo marchar y recuerdo que apenas me quedan 24 horas antes de que yo también tenga que irme.

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