Perdonadme que empiece por el
final, pero hoy no se me ocurre hacerlo de otra forma. Redondeando los
cálculos, he pasado diez de los últimos treinta días viajando. Pero, como ya
dije hace poco, todo lo bueno se acaba.
Vuelve la vida cotidiana, la
lluvia por la ventana, en un mundo que cada vez entiendo menos y que seguramente
tampoco me comprende a mí. Cae la confianza de los consumidores, baja la venta
de coches y alguna sorpresa más que me ha llegado sin comerlo ni beberlo. Y yo
con la cabeza en otra cosa.
Pero como no me han dado a
elegir, no sólo habrá que conformarse con este mundo sino que hay que plantarle
cara. Y mientras iré descargando fotos, copiando mis notas de viaje y ordenando
mis recuerdos. Y todo esto en el día de la Libertad de Expresión, en la que,
por suerte, me expreso como quiero, aunque no donde quisiera. Pero eso ya lo arreglaremos otro día, supongo.
Nada más que decir por hoy.
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